Quisiera componer un arpegio de dulzura
porque amarga es la vida del campo en mi tierra,
que lo entonen con júbilo en Gran Canaria
y que lo silben con mimo en La Gomera.
Cantar una folía en lo alto del Nublo
y vestirme de maga cada día de fiesta
porque ¡ son tan hermosos los paisajes
que han visto crecer a tan noble tierra!.
Soñar desde lo alto del Teide
para sentir correr su fuego…
entre mis frías venas,
derramando ocho rojas lágrimas
porque lava es este llanto que me quema.
Gran Canaria, robusta y hermosa
bien llamada “la princesa”.
Lanzarote, con sus casitas tan blancas
tiene un sol de medianoche
que constantemente la piropea.
La Gomera, con grandiosos acantilados
vive una esperanza que jamás se quiebra.
Fuerteventura, y sus playas doradas
dando envidia a quien en ella se recrea.
El Hierro, con su templanza
envía su baile del vivo hasta Tejeda…
La Palma, ofreciendo a La Caldera
la tristeza de sus indianos poetas.
Tenerife con su Orotava
rememora la semblanza aborigen de una endecha.
Va quedando La Graciosa…
que además, es la más pequeña,
y vive envuelta en turquesa
rodeada de pescadores, de niños y abuelas.
Así compuse este arpegio de dulzura
porque así lo siente esta alma isleña
y porque ocho son las bellas islas
que el Dios Guanche me ofreció como tierra.
