Cuento: El jardín desconocido (por Lara)

Érase una vez una niña llamada Flora, pero a la que todo, todo el mundo llamaba Flor.
Flora iba un día caminando por la calle cuando se dio cuenta de que pasaba mucho tiempo aburrida. Decidió llegar a casa y sentarse a escribir cuentos y cuentos, que eran publicados y que le hacían muy feliz al saber que otros niños leían. Había descubierto la cura contra su aburrimiento.
Un día de esos en que las musas no la abandonaron, terminó por escribir su gran cuento: “El jardín desconocido”.
Fue para ella su gran cuento porque algo la hizo reaccionar y, esa misma noche, lo comprobó: soñó con ese jardín desconocido y por eso tan misterioso de su libro, y por la mañana se lo describió así a su profesora: “Era una pradera muy verde, ese color verde no lo he visto jamás en mi vida, profe. Todo estaba rodeado por un muro muy rojo, y éste con millones de flores de todos los colores que nadie puede imaginar. Y lo más curioso, sobre la pradera…un arco iris. Lo raro es que por allí parecía no haber llovido nunca. ¿Cómo puede estar todo tan verde y tan lleno de flores sin agua, profe?”.
Todas las noches, Flora soñaba lo mismo una y otra vez, pero una noche se le apareció un hada llamada Iris que había nacido de aquel arco iris (de ahí su nombre) y se hicieron muy amigas.
Iris le respondió a todas sus dudas y le dijo que con cariño, ternura, amistad y generosidad, se puede conseguir lo imposible.
- Te voy a conceder un deseo- le dijo Iris la última noche.
Flora le contestó: - Quiero que el jardín desconocido que sólo aparece en mis sueños lo puedan ver todos los niños y ¡Pluff!...se acabó el sueño y empezó la realidad.
A la mañana siguiente, Flora fue al colegio y al pasar por el parque… ¡Allí estaba su jardín de color verde, lleno de flores, de niños, padres, abuelitos y millones de arco iris! Y aquel jardín ya pasó a llamarse de otro modo, cualquier nombre que un niño o niña quiera llamarle, pero nunca desconocido.